En enero de 2015 fuimos elegidos para enfrentarnos al catastrófico “programa” griego de la troika y, al hacerlo, reiniciar Europa. Pocos meses después nuestro gobierno fue derrotado, y peor aun, Syriza fue dividida en tres grupos: aquellos que permanecieron en el gobierno, junto a Alexis Tsipras; aquellos de nosotros que permanecimos políticamente activos pero que dejamos Syriza; y un grupo más grande, gravemente herido, que se fue a casa demasiado decaído para seguir luchando.
No es la primera vez que la derrota de la izquierda causa escisiones, divisiones y tristeza, incluso conflictos fratricidas. Hay dos maneras de evitar esto. Una es ganar, y, por consiguiente, evitar las repercusiones de la derrota. Sin embargo, aunque tengamos que hacer lo necesario para ganar, es imperativo que sep...
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