—Usted ha dicho en más de una ocasión que nació bailando, incluso de niña no dudaba en afirmar que se iba a convertir en “la mejor bailarina del mundo”. ¿De dónde provenía esa determinación, qué rasgos de su personalidad la ayudaron a abrirse camino en un universo tan gratificante pero también tan sacrificado como el del ballet?
—Siempre quise bailar y nunca planeé cómo llegar a ser una gran bailarina. Creo que todas las chiquitas que comienzan ballet quieren llegar algún día a ser una gran bailarina. Las cosas en mi vida se ponían adelante mío y yo las tomaba. Tenía 15 años cuando una prima mía, Bibi Ferreira, que es una actriz muy famosa en Brasil y trabajaba con Michael Powell, el director de Las zapatillas rojas, le pidió a mi mamá para hacer una cena en nuestra casa porque él estaba e...
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