Ya era sociólogo cuando, hace una década, en Barcelona, Trajtenberg combinó empleos ocasionales en la construcción y la playa con contratos de varios meses cubriendo las extensas licencias anuales de los educadores de la Institución Penitenciaria Cuatro Caminos. Ahora está terminando su doctorado en el Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge, adonde marchó detrás del historiador Manuel Eisner, de cuya criminología transcultural espera el antídoto contra el sesgo primermundista que olfatea en la disciplina. Asume tener una base marxista; de éstos le siguen entusiasmando los analíticos, como Jon Elster. Pasó de la “criminología crítica” –tan foucaultiana– a un “realismo crítico” con voluntad de meter las manos en la masa. Pero sigue caminando. Con el mismo Eisner publicó el ...
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