—¿Cómo es tu pueblo, Galveias?
—Galveias es un pequeño pueblo del interior de Portugal, en el centro del país, el norte del Alentejo, frontera con Extremadura. Viven allí alrededor de mil personas y es un pueblito blanco, pintado a cal, en donde la gente es muy mayor. Hoy en día existen muchas casas vacías porque los jóvenes se van a Lisboa o al extranjero. En el Alentejo la gente no tiene muchas perspectivas, no hay empleo. Para mí sigue siendo el lugar donde estoy cuando sueño, un lugar donde aprendí el ritmo de vivir, que es mucho más lento que el de Lisboa o Montevideo.
—Tus historias suceden en ambientes rurales, que se atienen a los ciclos de la naturaleza y que hablan de los viejos oficios campesinos y de gente sencilla, incluso analfabeta, pobre. ¿Todo eso viene de allí?
—Sí, tiene...
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