Pese a la profundidad de los cambios operados en 2016, lo más probable es que estemos ante un año bisagra que abre las puertas de un creciente caos sistémico al que no se le encuentra fácil ni pronta salida. Asistimos a un panorama global pautado por la existencia de poderes enfrentados que no son capaces de imponer un orden global consentido por la comunidad internacional.
En su conjunto, hubo cambios evidentes que tendrán consecuencias de larga duración (como el Brexit y la elección de Trump, pero también la recuperación de Alepo y el triunfo del régimen de Bashar al Asad en la guerra siria), junto a otros de mucha menor visibilidad pero capaces también de mover un escenario delicado, en el cual pequeñas oscilaciones pueden tener resultados imprevisibles.
Varias situaciones críticas pued...
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