“En marzo de 1917 el pintor modernista George Biddle, que vivía en Filadelfia, contrató a una alemana de 42 años para hacer de modelo. Ella se presentó en su estudio y Biddle le dijo que quería verla desnuda. La modelo se abrió la gabardina escarlata. Debajo estaba desnuda salvo por un sujetador hecho con dos latas de tomate y una cuerda verde, y una pequeña jaula para pájaros que contenía un canario con aspecto apenado y que llevaba colgada del cuello. Además de esto, sus únicas prendas de vestir eran unas anillas para cortinas, recientemente robadas de los grandes almacenes Wanamaker’s, que le cubrían un brazo, y un sombrero decorado con zanahorias, remolachas y otras hortalizas.
Pobre George Biddle. Ahí estaba, pensando que él era el artista y que la mujer que tenía delante, la baronesa...
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