“Dado que la sociedad y los problemas con que se enfrenta se vuelven más complejos –y las máquinas más inteligentes–, la gente dejará que las máquinas tomen cada vez más decisiones, simplemente porque producen mejores resultados. A la larga se puede alcanzar una etapa en que las decisiones necesarias para mantener el sistema en marcha serán tan complejas que los seres humanos serán incapaces de obrar de forma inteligente. En ese momento las máquinas poseerán el control efectivo. La gente no podrá simplemente apagarlas, porque hacerlo equivaldría al suicidio.”1
Cuando Theodoro Kaczysnsky escribió estas líneas, en 1996, ya había asesinado a tres personas a través de cartas explosivas que dirigía a aerolíneas y universidades desde una choza sin luz ni agua en el estado yanqui de Montana, dond...
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