—Luego de egresar como actriz de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (Emad), tu trabajo enfocó en exclusiva problemas sociales, ¿por qué preferiste espinas a candilejas?
—Me lo he preguntado varias veces (sonríe). Conocí el teatro del oprimido en una asignatura de la Emad que se llamaba, creo, “historia de la puesta en escena”, a cargo de Diana Veneziano. Cuando en la unidad Teatro Político nos habló de Brecht y de Augusto Boal, creador del teatro del oprimido, sentí que existía lo que yo quería hacer y no sabía cómo. Provengo, además, de una familia que militaba socialmente, y mi tío abuelo me llevaba de jovencita al teatro. Cuando le conté a Julián Boal sobre el encuentro con la ideología de su padre en la Emad me preguntó qué me había parecido el libro Teatro del oprimido (A...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate