La tortura solía usarse para que el torturado “cantara”, “buchoneara”, “escupiera” información, además de sangre y bilis. Desde hace un tiempo (o quizá, para los pibes de la villa, desde siempre) es sólo para sufrir, matar, desaparecer.
Iván y Ezequiel fueron torturados por policías. Cuando el primero vio cómo “verdugueaban” al segundo –que caminaba por la única avenida por la que pasan colectivos en la Villa 21– y se acercó a ver qué pasaba, lo recibieron con una trompada en la boca. La Policía Federal argentina, que nunca registró esa detención, llamó a la Prefectura, los subieron a un patrullero y se los llevaron a una garita donde los insultaron, les pegaron, los encapucharon, los llevaron luego hasta la vera del Riachuelo y amenazaron con arrojarlos al agua podrida. Les pusieron un re...
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