“Let’s make June the end of May.” Jugando con el apellido de la jefa del gobierno conservador, esa frase (que literalmente significa “Hagamos de junio el fin de mayo”) circuló abundantemente por las redes sociales en las semanas previas a las legislativas británicas del jueves 8. Y el deseo casi que se concretó: si bien Theresa May seguirá gobernando desde el número 10 de la calle Downing, lo hará con márgenes muy reducidos. Tan reducidos que la elección de la semana pasada puede ser leída como una tremenda derrota de los conservadores.
Y no sólo de los conservadores: también de los que, en la oposición laborista, pronosticaban que con un “extremista de izquierda” como Jeremy Corbyn a la cabeza su partido sólo podía esperar derrotas tan duras como la que sufrió en 1983, cuando, con otro ro...
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