Un huracán es dos desastres en el mismo remolino: vientos que pueden alcanzar los 250 quilómetros por hora, y la marejada que el torbellino levanta nutriéndose de fuerza sobre las aguas. Durante la primera mitad del paso del huracán, los vientos arremeten en una dirección, luego azotan en la opuesta. Las lluvias y las inundaciones sumergen campos y ciudades en aguas contaminadas.
Hay huracanes tan furiosos como pasajeros: después de que el ojo de la tormenta llega a la costa y marcha tierra adentro, la tormenta se debilita y se disipa. Los hay más querendones pero persistentes, los que como Harvey tocan la costa, se adentran unos quilómetros y vuelven a la mar acumulando nuevas fuerzas mientras por días reparten lluvias torrenciales.
La devastación causada por el viento es enorme, con casa...
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