Ahora vienen a por los mondadientes, pero ya es demasiado tarde.
Los bares ya no son lo que eran, Bertoldo.
Por más que la prohíban, la sal sigue siendo la única piedra comestible por el ser humano. Si bien las milangas de varios bolichones podrían disputarle el monopolio, no es posible sostener, con absoluta certeza, que éstas se puedan comer.
Se cree que fue almorzando en un bar de minutas montevideano que Ernesto Guevara acuñó su frase “hay que endurecerse sin perder la ternura jamás”.
No es que estuviera amilanado, en todo caso estuvo amilanesado, que es por definición quien está atemorizado y es incapaz de reaccionar frente a una milanesa.
Lo estoy viendo al Che advirtiendo al mozo: “Si avanzo, seguidme; si me detengo, empujadme; si retrocedo, matadme, y si me rompo un diente, olvidat...
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