La rica historia de la literatura argentina parecería tener demasiados pesos pesados como para, además, soportar la presencia de un polaco irreverente, mitad conde, mitad lumpen, que llegó a Buenos Aires en 1939, quedándose allí por 24 años y removiendo, por cauces laterales pero profundos, el panorama literario de su tiempo.
Como suele ocurrir con la biografía de todo escritor, por cuestiones de espacio y comodidad de los exégetas, vida y obra se resumen a un puñado de frases que se trasiegan en diarios, revistas, solapas y enciclopedias hasta convertirse en verdad definitiva, en cómodo reduccionismo. Y si la vida de un hombre es infinitamente más compleja que la glosa particular que alguien pueda hacer de ella, más difícil es referir las circunstancias en que se desarrolla una obra, suj...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate