Si bien las cifras y los estudios siguen alertando sobre las carencias que existen en primaria para enseñar y aprender a leer, algunas prácticas, aunque difuminadas, empiezan a promover un vínculo entre los niños y los libros que trasciende al aula.
“Cuando el niño posee la clave de la lectura, enfebrecido ensaya leerlo todo. Alfabetizar sin esta fiebre es muy poco”, dice Mabel de Agostini –37 años de maestra– retomando las palabras de Clemente Estable. Motivado, el niño “primero pide que le lean. Después, cuando los libros estén a su alcance, no va a resistir la tentación de tomarlos. Y, por último, va a pedir libros. Nosotros siempre estamos esperando ese momento en el que corta el cordón umbilical y se sienta a leer solo”, describe.
Así, de la lectura mediada, en la que el adulto lee y ...
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