El día del Maracanazo, el 16 de julio, es también el Día Internacional de la Serpiente. Curiosamente, Obdulio Jacinto Varela nació en 1917 y en el horóscopo chino era serpiente. Al eterno capitán, además de “Negro Jefe”, podríamos llamarlo la Mamba Negra.
La serpiente es un animal con un simbolismo complejo y contradictorio. Referirse a la suegra como un ofidio ponzoñoso puede ser un insulto o un halago, según la cultura en la que se propone esta analogía.
En antiguas civilizaciones la serpiente era considerada un animal protector, benéfico y mágico. En el Egipto de los faraones, por ejemplo, la serpiente era la fuerza vital pero también la fuerza de destrucción. La adoraban y la repudiaban, se podría decir que la serpiente es la gata Flora de los egipcios.
En la antigua Grecia las serpientes simbolizaban la sabiduría. Parece que Casandra, que fue sacerdotisa de Apolo, obtuvo el poder de predecir el futuro después de que unas serpientes le limpiasen los oídos. Porque los griegos tendrían dioses para todo, pero no conocían los cotonetes ni se dejaban crecer las uñas de los meñiques.
No me imagino yendo al otorrino por un tapón de cera y que le digan a la enfermera: “Marisa, soltá las culebras”.
Lo bueno es que con los oídos tapados no lo escuchás.
En el hinduismo, la Kundalini es una energía intangible representada simbólica y alegóricamente por una serpiente.
Cuando el hindú te habla de una serpiente interior se refiere a esa energía adormecida dentro de nosotros mismos, no es que tenga la lombriz solitaria. Por eso tampoco da para ofenderte cuando Brahmaradona te dice que tenés la Kundalini adentro.
En la religión judeocristiana la serpiente viene a representar el mal, la tentación y la traición. Es el Amodio Pérez del Génesis.
En el Antiguo Testamento se cuenta que Adán fue tentado por Eva, que a su vez fue tentada por la serpiente a comer el fruto prohibido. El final de la historia es conocido por todos, así que no “spoileo” si digo que tanto Eva como Adán fueron eliminados en fase de grupos y desterrados del Paraíso para siempre. El jardín del Edén quedó cerrado para el hombre. Pusieron el cartel: “Prohibido entrar con humanos”.
Después del pecado original, Dios castigó a Eva pariendo con dolor, a Adán lo hizo trabajar la tierra con mucho sudor, mientras que la serpiente fue condenada a arrastrarse sobre su vientre y a comer polvo, que no es el Ensure sino la tierra misma.
Para Eva, miles de años después, se inventó la epidural; para Adán, el antitranspirante 48 horas, pero para la serpiente nunca hubo amnistía, ni atenuantes, ni rebaja de pena, y ahí se sigue arrastrando. Le faltó a la serpiente un tigre que la defendiera, un Alejandro Balbi, un Víctor della Valle, un Jorge Barrera… Con un abogado de esos, seguro zafaba. Quiero ver si hoy se estaría arrastrando si la hubiera representado un Amadeo Otatti. ¡Qué va! Habría mutado, le habrían salido pelos, patas, alas. Hoy andaría volando, en todo sentido.
Cualquiera en el lugar de la serpiente diría: ¿para qué tuve que hablar?, ¿porqué no me habré mordido la lengua? Pero en el caso de la serpiente, de más está decir, esto hubiera resultado fatal.
La cuestión es que, a partir de entonces, la serpiente se llamó a silencio y los que se pusieron a hablar fueron los loros y los papagayos, que no tienen mucho para decir ni tientan a nadie.