El centenario del nacimiento de José Luis “Tola” Invernizzi (1918-2001) es la ocasión para una relectura de su obra pictórica. En especial, de su imponente “Vía crucis”, en exhibición en el Museo Nacional de Artes Visuales. Versión de un ateo –o tal vez de un agnóstico– de un motivo sacro, oración laica que encierra una filosofía de vida profundamente humanista y solidaria, pero también descarnada y visceral, es una de las series clave para comprender el pensamiento de un hombre inclasificable.
Ante todo está la imposibilidad de encasillar a Tola. Precisamente él, que en su juventud, cuando se salía de las casillas, rompía todo. También en el arte fue así. Un autodidacta exagerado, un expresionista de los pinceles y de la vida, un antiacadémico que llegó a ejercer, sin embargo, la docencia...
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