Siempre se dijo que casarse engorda. Tiene que ver con que cuando empezamos una relación cambia la forma de alimentarnos y también con que nos permitimos engordar, pensando que nuestras parejas nos aman más allá de la apariencia física.
Si el matrimonio engordara per se, a Elizabeth Taylor con sus ocho casamientos y sus deslumbrantes ojos violetas la habrían confundido con Barney.
Un estudio realizado en Australia confirma que, tras diez años de casados, las personas que están en pareja pesan en promedio seis quilos más que las solteras.
Otra frase instalada en el imaginario popular dice que la televisión engorda, se dice que la cámara de la tele engorda cinco quilos y la de cine, siete. Así que si te casás y trabajás en televisión y hacés cine, al cabo de diez años te convertís en Humberto de Vargas.
Vos te casás siendo peso gallo, a los diez años sos peso mediano y para las bodas de plata ya podés pelear por la corona de los pesados. Después ya arrancás para el sumo.
Hablando de pelear, una revista internacional de psicología clínica sostiene que lo que lleva a engordar es pelear con tu pareja. Como te digo una cosa, te digo la otra, diría Pepe parafraseando a las revistas académicas.
Las discusiones engordan porque al pelear se produce una hormona llamada ghrelina, conocida como “la hormona del hambre”, que crea una sensación de antojo por los alimentos grasos para contrarrestar el malestar emocional. La ghrelina es la que te hace arrancar para la heladera, encarar y decir: “no sos vos, soy yo”.
Por eso la terapia de pareja habría que hacerla con un nutricionista.
Esto se extiende a cualquier discusión, pero las peleas de pareja son las que tienen mayor impacto en lo emocional.
Por eso el sobrepeso de Mario Bergara no se debe tanto a las discusiones en el Frente Amplio como a la sobremesa con Blanca Rodríguez.
Una universidad turca asegura que los hombres gorditos son mejores en la intimidad.
Resulta que los hombres con más peso producen una hormona llamada estradiol, que provoca que durante el acto sexual tarden más en llegar al clímax.
El estradiol es responsable de que la duración del acto sexual de los gorditos se prolongue cinco minutos. Es el famoso efecto Lucas Sugo.
Conocido esto, no faltará quien cambie el consejo “tenés que volver al gimnasio” por “viejo, arrancá para los bizcochos”.