En 1982 se respiraban aires de apertura, las elecciones internas de los partidos políticos toleradas por los militares se avecinaban, y sin embargo el aparato represivo estaba en pleno funcionamiento. En ese marco, sacar una revista de humor satírico era una idea, en el mejor de los casos, mala, y en el peor, peligrosa. Eso fue justamente lo que hizo Antonio Dabezies, y en julio de ese año salía el primer número de El Dedo, una publicación que ha alcanzado dimensiones míticas.
A fin de cuentas duró siete números. El octavo, a pesar de haber llegado a la imprenta, nunca vio la luz, secuestrado por la censura. En febrero de 1983 y tras una carrera meteórica que los llevó de los 3.500 a los 55.000 ejemplares, El Dedo había decidido auspiciar al Club General Hornos en Rutas de América y ...
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