Un par de tipos sentados frente a la computadora en una tranquila vivienda del barrio Arroyo Seco van armando, como en diabólico rompecabezas, las piezas de lo que será un impresionante disco. Cantan en un modesto micrófono. Agregan guitarras usando instrumentos viejos y bastante cascoteados.
Y usan un bajo negro que es el mismo que alguna vez utilizó una de las bandas de rock más célebres de este país, un auténtico fenómeno masivo en los lejanos años ochenta. Desde hace ya un tiempo los discos nacen, en muchos casos, en la propia casa de los músicos, a partir de un ordenador pasable, una tarjeta de sonido pasable, un software pasable y algún micrófono pasable para aquello que hay que hacer por aire, caso de las voces, la percusión o las guitarras acústicas. Así nació este Sgt. Pepe E...
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