El poeta siempre posee una doble condición: su voz poética y su vida. No es que los narradores no convivan con la misma dualidad, el narrador no es el escritor así como el actor no es el papel que actúa, pero en el caso de los poetas no hay armadura de protección: ese vestíbulo oscurecido a propósito llamado asunto. El poeta navega por Internet sin antivirus, viaja a un país exótico sin las vacunas adecuadas, habla desde el yo sin mencionarlo –cuando es un gran poeta– o haciéndolo de manera elusiva y a la vez notoria –cuando es un enorme poeta– porque la poesía no es declamación de pesares o enumeración de caprichos, es conmoción ordenada, sensibilidad orientada, estrategia dentro de una profesión que no ha sido elegida y que puede resultar agobiante.
Esta doble condición de ser desde...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate