Si hubiera que elegir una historia que represente “el espíritu de una época”, la carrera espacial sería la más adecuada para pintar al siglo xx. La muerte de Neil Armstrong el pasado 25 de agosto cierra definitivamente una era en que el espacio era la última frontera y la batalla ideológica, la propulsora de su conquista.
Es notable cuando uno cae en la cuenta de cosas importantes de la manera más banal imaginable. Se avecinaba el Día del Niño y debía comprar el juguete pedido por una niña de 3 años: una nave espacial. Lo mismo hubiera pasado si me pedía una rueca para jugar a la Bella Durmiente. Las naves espaciales se extinguieron en el mundo de la representación lúdico infantil. Igual que los indios y los vaqueros. Ni el Lejano Oeste ni las galaxias lejanas capturan la imaginación ...
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