El racismo estructural es difícil de combatir, y sus impactos empeoran cuando se intersectan género y raza: ser mujer y afrodescendiente se traduce en un nivel de desempleo mayor al de los hombres afro y no afro, en el inicio temprano de la vida reproductiva, en la desvinculación con los centros educativos y en la constante histórica del vínculo con el trabajo doméstico y las tareas menos calificadas.
Hablaba del pasado
sin pena. Su nieta, Amanda Díaz, la recuerda hoy como una mujer ajena a las
ideas de su época a la que le gustaba contar historias inverosímiles que
resultaban reales. Amanda Rorra fue la primera mujer afrodescendiente en
presidir una organización social. Antes de dedicarse por entero a la militancia
política y social, su vida se parecía a la que tuvieron la mayoría de las
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