La imagen del presidente del parlamento, el opositor Juan Guaidó, saltando la verja del capitolio local para superar a los militares que bloqueaban su acceso a una sesión crucial insufló nuevos bríos a una oposición que aparecía dividida y debilitada. Al mismo tiempo, dejó en evidencia otra vez la fuerza con que se impone el gobierno de Nicolás Maduro.
La elección
de la directiva de la Asamblea Nacional, ritual de
cada 5 de enero en ese parlamento unicameral de Venezuela, se convirtió esta
vez en el pistoletazo de salida para una nueva ronda en la áspera pugna por el
poder que fractura al Estado mientras se ahonda la crisis económica, social y
de migración que postra al país y afecta a sus vecinos. Cada vez son más
esquivos los acuerdos, los entendimientos y las reglas de juego compartidas...
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