Nada menos que 50 años se cumplen desde la primera película de James Bond, El satánico Dr. No, y su conmemoración debía hacerse con una obra a la altura de una saga que significa un orgullo para la potencia inglesa. El paladín de los servicios secretos británicos que se abre paso con impunidad y a los tiros en un plano internacional, persiguiendo maleantes de diverso tipo y calaña, nunca dejó de tener un peso simbólico considerable para un país que se esfuerza en mantenerse presente. Pero los tiempos y las sensibilidades cambian, y también las formas de mostrarse al mundo. Como Jason Bourne supuso un cambio importante en la percepción del agente internacional de elite, un agente del MI6 debe justificarse a sí mismo –esta película* no para de hacerlo– y además no podía quedar en desventaja...
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