Probablemente nunca pueda probarse que Kevin, el muchachito de 15 años que se hizo famoso e hicieron asesino por haber matado hace un año a palazos a una perra junto a tres amigos, haberlo filmado y haber subido la matanza a Internet, haya muerto de ciberbullying. Kevin era trasplantado, y la semana pasada el corazón le falló.
“Fue y murió, no sufrió como él hizo sufrir a la perra que mató hace un año, qué más podía pedir”, se leía en uno de los tantísimos y tantísimos mensajes que circularon por las redes sociales cuando comenzó a saberse que “el asesino de la perra” ya no estaba, que “se había hecho justicia” y que “por fin, uno menos”. Más o menos en el mismo sentido fueron muchos de los comentarios de algunos de los programas radiales que abren su micrófono a “la audiencia”.
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