“Mi lucha” en noruego
En la página 217 y dentro de un volumen que ostenta la bonita suma de 499 páginas, el lector se entera de lo que le comunica el editor a Karl Ove Knausgard, autor y narrador (sic), acerca de lo que es o será su obra, o mejor dicho, sobre el contenido del tomo segundo de esta saga de seis, cuya primera parte el paciente lector transita. Y lo que le comunica es más o menos la llave de toda narración: el narrador debe narrar algo. Se podría señalar que si bien Knausgard aburre, al menos es proféticamente sincero. El dato confirma cierta patología de enroscamiento ombliguista a la que se ha dado en incluir –malamente– en la llamada “autoficción”. A poco que el lector se informe y lea con un horizonte menos estrecho que el simple éxito económico presentado como “la nueva ...
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