Zigzagueaba por el barrio en medio de un sábado templado, demasiado otoñal y a despecho de un almanaque, con los circulitos marcados en noviembre. La clorofila en todo su esplendor por la calle 9 de Junio. Las santa ritas y los jacarandás andaban medio desorientados. Pero igual se hicieron los desentendidos y nos entregaron las flores y las alfombras de pétalos bajo las sandalias. Los palos borrachos siempre guardianes y señoriales desde sus troncos espinosos. La calle en diagonal muere en la Plaza de los Olímpicos. En la cancha de básquet, una murga joven, de esas que tienen chicas y revolean mucho dreadlock, hace sus primeros pininos frente a un puñado de curiosos. Uno de los tramos del cuplé, ese en el que la ironía no puede estar ausente, parece estar dedicado a Cotugno y a la santa m...
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