“Moonrise Kingdom”/ “Un reino bajo la luna”
Hay que reconocerle al director Wes Anderson (1969) una cuota de mérito y otra de talento; también ciertos toques de soberbia. Por un lado, es uno de los pocos espíritus independientes que han logrado conquistar el corazón de Hollywood sin traicionar su idiosincrasia, ni su visión del mundo, ni sus ambiciones estéticas. Por otro, su cine es al mismo tiempo jovial y barroco, inquietante y susurrante, visualmente imaginativo y auditivamente seductor, un poco sarpado y otro poco correcto, ni muy humorístico ni muy dramático sino algo capaz de instalarse, misteriosamente, entre medio.
Sus personajes se reconocen por su tendencia a vivir una suerte de adolescencia fantástica y permanente, tengan la edad o la profesión que tengan. Más que una étic...
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