“Django sin cadenas”
Vuelve Tarantino, vuelve el cine a las pantallas de Uruguay. No por ser el mayor cineasta serio o no tan serio en actividad, lo cual es irrelevante e indemostrable, sino porque es el único capaz de lograr que públicos más o menos masivos acudan a las salas a ver películas que hablan de eso que algunos insistimos en llamar cine.
El comienzo, veinte o veinticinco minutos a todo tren, es brillante pero peligroso. Brillante porque plantea, narra y resuelve un enigma, es decir, un conflicto al mismo tiempo cautivante y premonitorio. Peligroso porque la película empieza demasiado arriba, demasiado frenética, demasiado impositiva. Todo un desafío para las dos horas siguientes.
A PURO TRAPO. Ese comienzo es cautivante a partir de su despliegue de recursos, de infor...
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