“El vuelo”
Como el público multitudinario de hoy exige y como sólo el mejor cine industrial sabe hacerlo, las tres secuencias que inician El vuelo* definen inequívocamente personajes, situación, tono y épica. Primero vemos y escuchamos al protagonista aviador (Denzel Washington) en plena aventura nocturna en un cuarto de hotel, bien acompañado por una subalterna (Nadine Velázquez) y mal acompañado por el whisky, que lo ayudaría a superar sus penas familiares, y por la cocaína, que debería camuflar los efectos del whisky. Luego lo vemos preparando, en la cabina de su Boeing (se presume) al servicio de una empresa ignota o ficticia (se sabe), un vuelo de rutina entre dos ciudades separadas por una hora y poco de avión: medio o tres cuartos dormido, sobón, irónico, algo despectivo con su nue...
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