Premio Nacional de Artes Visuales
Una vez más, siempre cada dos años, se presenta el Premio Nacional de Artes Visuales. Sin los tropiezos que rodearon la edición anterior, pero con desoladora anemia narrativa. Si tenemos Premio Nacional es porque antes tuvimos Salón Nacional, gracias a uno de los personajes más singulares y ubicuos de la política y la cultura uruguaya, don Eduardo Víctor Haedo, capaz de ser amigo tanto del Che como del dictador paraguayo Stroessner, del desencantado lirismo que le recitaba Juana de Ibarborou como de los ardores revolucionarios de Pablo Neruda. Y todos ellos fueron agasajados en la puntaesteña quinta La Azotea. Ministro de Instrucción Pública bajo la dictadura de Terra, en sólo dos años (de 1936 a 1938) presentó los proyectos para crear el Salón Nacional, ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate