Desde los Oscar por The Hurt Locker (2008), que le ganó a su mismísimo ex marido James Cameron compitiendo con Avatar, Kathryn Bigelow pasó a ser considerada una cineasta virtuosa, decidida, jugada, capaz de construir duros relatos de violencia y de guerra. Una mujer a la que no se le da por trabajar con los tópicos que –se supone– desvelan a las mujeres sino con esos otros universales que hacen a los mitos épicos de todos los tiempos, trayéndolos hasta un hoy tan cercano que se inscriben en guerras aún en curso. Y, al menos en el caso de La noche más oscura, feminizándolos. La guerra siempre tuvo cara de hombre, pero ahora no. Esta película confirma a Bigelow, y también la revela. Puede sostener con mano firme un relato de investigación que, contado apenas, parecería, y es, árido: contra...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate