Jane Bowles
En 1997 Alia Benlloch, una estudiante de 18 años, leyó Un pequeño pecado original, la biografía que Millicent Dillon escribió sobre Jane Bowles. Quedó prendada de esa escritora talentosa, desdichada y desconocida que había muerto en Málaga en 1973, después de una larga enfermedad. Como vivía en Marbella, Alia decidió peregrinar al cercano camposanto de San Miguel a rendir su homenaje. Descubrió un cementerio en ruinas y tapado de basura que estaba a punto de ser clausurado. Iban a construir una autopista y, como no habían sido reclamados por nadie, los restos de Jane Bowles irían a parar a una fosa común. Alarmada, Alia escribió a Paul Bowles a Tánger, pero no hubo respuesta. Entonces pagó de su bolsillo el permiso de traslado de los restos a un cementerio de Marbella y viajó ...
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