La Argentina se empapó. Mojada está, húmeda de gusto por su papa. Hace días y días que nadie habla de otra cosa o, si alguno sí, lo relaciona: papa y los diputados, fútbol y papado, papas y dólar blú y más papas, sus tetas operadas y el celibato de los papas. La Argentina rebosa de gozo, se extasía ante la prueba de su éxito: seguimos produciendo íconos, caras para la camiseta universal. Habemus papam era una voz extraña, y en una semana se ha convertido en un justo lema de la argentinidad: tenemos papa –nosotros, los argentinos, tenemos papa–.
La figura más clásica de la tilinguería nacional, el “argentino que triunfó en el exterior”, encontró su encarnación definitiva: si durante muchos años Ernesto Guevara de la Serna peleaba codo a codo con Diego Armando Maradona, ahora se les uni...
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