Más desbordes represivos
La habían sentado en un banco junto a una estufa. Estuvo cerca de tres horas dentro de la comisaría 19. Desde ahí escuchaba a un pibe que estaba detenido. Oía que gritaba. Que tenía miedo. Que tenía hambre. Que no quería estar a oscuras. Eso fue lo que la llevó a contar la historia. Todo comenzó al caer la tarde del 5 de marzo. Estaba en su casa cuando escuchó el golpe. Salió a la calle y vio que, a metros, un muchacho que manejaba una moto se había dado contra una camioneta estacionada. Salió a socorrerlo. Podía ayudar, además, porque tiene formación en primeros auxilios. También es una de las que tiene teléfono fijo en su casa, y desde ahí otros vecinos llamaron a distintas emergencias que se negaron a ir al lugar porque el accidentado no era socio de ninguna. Ll...
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