Imagine a un presidente, de esos que son votados por miles y miles de ciudadanos, bajándose de un coche en un túnel y subiendo rápidamente a otro con un único objetivo: despistar al helicóptero de la policía que lo mira desde allí arriba. ¿Curioso, verdad? Ahora piense en ese mismo mandatario queriendo ir a votar, pero resulta que el colegio electoral ha sido tomado por decenas de policías que acaban de reventar con un mazo uno de los cristales de la entrada y se han ido corriendo con las urnas. No, no estamos en Kenia. Bienvenidos a Cataluña.
La escena que usted acaba de leer ocurrió el domingo 1, uno de esos días que difícilmente serán olvidados por quienes lo vivieron en carne propia. Hubo tantas imágenes increíbles que no entrarían ni aquí ni en las siguientes páginas de Brecha. Hubo r...
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