En lo alto, de Hong Sang-soo: Alcanzar la paz - Semanario Brecha
Cine. En lo alto, de Hong Sang-soo

Alcanzar la paz

FOTOGRAMA DE LA PELÍCULA

En esta película1, una de las más recientes entregas en la filmografía del galardonado cineasta surcoreano, el protagonista Byung-soo –interpretado por Kwon Hae-hyo, cómplice habitual de Hong– es un director de cine que visita a una terrateniente, vieja amiga suya, y se ponen a conversar junto a una fanática de su obra cinematográfica. Tras haber ingerido múltiples copas de vino, se acuerda de un documental sobre un pintor y se vuelve a fascinar por cómo al artista le bastaba con fumar un cigarro, servirse una taza de café y retocar un cuadro para que la jornada fuera más que satisfactoria. Así, el director-personaje describe ese estado dejando entrever el deseo que le supone poder alcanzar esa tranquilidad: no requerir, para colmar un día, más que de una ínfima pero gozosa productividad. Tal escena, en su aparente insignificancia, describe con aptitud la empresa reciente de Hong: la depuración como aproximación artística que deviene en proyecto de vida.

Pocos cineastas del panorama actual se potencian tanto al comprenderlos desde la óptica de la obra por encima de la de la pieza. No es que cada iteración carezca de valor propio, pero el diálogo entre ellas confluye y requiere al espectador una visión más global para entender la densidad que cada una propone. No hay metáfora más apropiada que la de Cézanne retratando la montaña Sainte-Victoire en diferentes puntos de su trayectoria; Hong toma similares objetos de estudio y, a través del esfuerzo continuo, demuestra la variabilidad innata a la repetición. Todas las películas juegan con los mismos elementos, pero nunca en el mismo orden, y a veces se descarta un componente formal importante, como pasa aquí con el zoom: un recurso reconocible en toda la filmografía de Hong, pero que, en esta película, se destaca por su ausencia.

Más allá de los juegos particulares que pueden distinguir cada uno de sus trabajos, parece ser que, en los últimos materiales, el director ha ido buscando la limpieza en la sustracción, desnudando cada película para llevarla hacia sus rasgos más primarios. Se trata de toda una reacción estética a una postura productiva, ya que Hong no hace más que reducir costos sin recurrir más que a sí mismo detrás de cámara, a un grupo selecto de actores y a pocas locaciones. Hablamos de alguien que se desarrolló dentro de la industria, pero a quien, cuanto más pasa el tiempo, menos le interesa pertenecer a sus paradigmas. Como aquel pintor satisfecho con emprendimientos menores, busca deshacerse de cualquier preocupación para que su trabajo y, por ende, su vida estén más cercanos a la pureza.

Lo casero de sus imágenes adquiere otra dimensión no solo en tanto revelan una fragilidad comparable a la de sus personajes, enfrentados a la vejez y sus incertidumbres, sino porque logran sostener un mecanismo narrativo que cuenta con una sustancial capacidad para la complejidad. La riqueza de En lo alto está en la atención a cómo una forma distendida permite un registro inestable de la realidad al delatarla desde detalles contradictorios. Sea que un personaje se vuelva vegetariano para luego saborear con gusto un pedazo de carne o tenga que pagar la renta aun sabiendo que la terrateniente ofrece el piso sin esperar nada a cambio, lo cierto es que el espíritu lúdico sostenido a lo largo del tiempo es lo que ha hecho a Hong Sang-soo un cineasta tan llamativo. Es solo que, ahora, sus juegos están expresados cada vez con mayor sutileza, haciéndose casi imperceptibles.

Lo único consistente en su diégesis es el recorrido por la edificación. La hija de Byung-soo, interesada en el diseño de interiores, acude a la terrateniente para que le comparta sus conocimientos. Y hay algo de la arquitectura espacial que se transmite a la narrativa: cada segmento nos hace habitar otro piso en un orden ascendente, acercando al protagonista a la luz de Dios, a pesar de que, en principio, reniega de la religiosidad al creerla un mecanismo para darle sentido a los miedos humanos. No obstante, Hong parte desde el humor para explorar una búsqueda genuina de serenidad espiritual. Es la virtud que despliega esta estilización: acceder a la complejidad sin volverla objeto de gala.

1. La película tiene funciones en Cinemateca Uruguaya todos los días a las 21.20 horas y el fin de semana a las 19.30.

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