Cuando Brecha se fundó, el 11 de octubre de 1985, la apuesta al nacimiento de un nuevo periódico no era tan suicida o “peligrosa” como podría serlo ahora. El Uruguay de entonces devoraba todavía papel prensa, o al menos lo consumía en mayor medida que otros, y la época se prestaba para que floreciera todo tipo de publicaciones: la salida de la dictadura alentaba la discusión pública, “la política” corría por nuevos andariveles y no había aún sufrido el desgaste que la afectaría años más tarde, retornaban los exiliados, se reinsertaban los presos, la izquierda se reconstruía, debatía y se buscaba. El contexto estaba. Y Brecha contaba con un factor que podía ser tanto un plus como una carga. Sus creadores apostaban a que fuera un plus: la herencia de Marcha. Brecha era –la vox pópuli así lo ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate