Game of Thrones –cuyo episodio final fue estrenado meses atrás por Hbo luego de ocho temporadas, emitidas entre 2011 y 2019– provocó dos de las actitudes más frecuentes en los televidentes de los últimos años: el temor al spoiler –es decir, a enterarse por terceros de acontecimientos importantes de la trama antes de ver un episodio determinado– y la desilusión ante el desenlace. Es posible leer ambos fenómenos como dos caras de la misma moneda. Ese miedo, casi teatral, de escuchar o leer sin querer algún detalle de la trama de una serie que reduzca o anule el interés de quien aún no lo conoce de primera mano genera indignación desde hace por lo menos un lustro, a tal punto que el anglicismo “spoilear” se puso de moda y la Real Academia Española sugirió la utilización del forzado “destripar...
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