Muchos elementos del acontecimiento cobraban un valor o resonancia simbólica. La marcha partía de la Plaza de la República, gran parte de la manifestación transitó por el bulevar Voltaire. Defendía las ideas republicanas, avanzaba iluminada por las “luces” del pensamiento de la Ilustración y de Voltaire, el héroe intelectual de la tolerancia, que consagró su vida a “écraser l’infâme” (“aplastar al infame”), el representante de turno de la opresión religiosa o del poder tiránico (en su época: el fanatismo religioso cristiano, protagonizado por católicos y protestantes). La manifestación se detenía en la Plaza de la Nación, invitando a pensar así en la idea de nación como un espacio político humano capaz de organizar y reunir a los que condenan al “no matarás” constitutivo de la democracia, ...
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