Hace ya varios
años, desde su disco Cualquier Uno y en los finísimos espectáculos que
hace con el poeta Fabián Severo, Ernesto insiste en contar con orgullo las
historias de la gente con la que se crió. Pero no sólo las palabras, también las
melodías, su mano derecha, su forma de cantar y decir nos transportan a una
tierra lejana y dura, a un mundo de vendedores ambulantes y perros flacos.
A pesar de su insistencia en tocar y tocar, no todo el mundo sabe que
Ernesto existe. No es fácil hacer música propia en esta ciudad, menos cantando
en un dialecto que muchos niegan. Ernesto es un ser humano de una calidez y una
sensibilidad especiales: un distinto, como diría Fontanarrosa. Alguien que
escucha, escribe y toca con el pulso y la seguridad de los sinceros. Un bálsamo
de poesía en tiempo...
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