De entre las miles de cosas que me han quedado de las inolvidables clases de literatura de Jorge Albistur en los lejanos años del liceo Larrañaga, siempre recuerdo su análisis de La muerte de Ivan Ilich, de Tolstói, una pequeña novela de 1886 cuyo centro argumental consiste en el azoramiento ante la muerte de un conocido y cómo la simple noticia nos dispara la conciencia de nuestra propia, inevitable y aterradora mortalidad.La muerte del tecladista de No Te Va Gustar (NTVG), Marcel Curuchet, ocurrida tras un accidente de moto en el Lincoln Tunnel de Nueva York días atrás, más allá de la avidez más o menos morbosa por conocer los detalles, dispara esa incómoda sensación de que todos estamos de paso y que, sencillamente, pendemos de un hilo particularmente delgado.
Marcel había nacido e...
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