El pasado lunes, al cumplirse un nuevo aniversario del natalicio de José Gervasio Artigas, las escuelas uruguayas celebraron, como ocurre año tras año, el acto recordatorio del prócer: ingresaron los abanderados, se entonó el “Himno nacional”, un alumno con voz nerviosa recitó un poema alusivo y los maestros más creativos escenificaron con sus párvulos algún episodio de la vida del homenajeado (un farolero recorre la Montevideo colonial mientras una madre acuna a un bebé de juguete, un Artigas con casaca de blandengue sobre la túnica cruza el salón ante una lluvia de flashes de celulares y, en marcha desaforada, niños de inicial a sexto siguen al protagonista hasta un improbable Ayuí, establecido entre el comedor y la oficina de la maestra directora).
Para que el mito siga vivo, alimentand...
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