Carmín: Con ellas, junto a ellas - Semanario Brecha
Estreno: documental Carmín, de Aldo Garay

Con ellas, junto a ellas

CORDÓN FILMS

A menudo los cineastas caen en dos formas de filmar a las minorías marginadas y a la pobreza, ambas igualmente discriminatorias y estigmatizantes. La primera de ellas es el miserabilismo, una representación que exacerba el sufrimiento y las condiciones precarias de las personas. La segunda es el paternalismo, por el cual se representa a los individuos como seres adorables y unidimensionales, quizá simpáticos, pero sin dobleces humanos, esencialmente incapaces de tomar decisiones o de cuidar de sí mismos.

A lo largo de su carrera, el documentalista uruguayo Aldo Garay ha orientado sus cámaras en reiteradas ocasiones documentando una comunidad específica, la de las mujeres trans uruguayas, echando luz sobre una existencia marginada e indefectiblemente humilde. Pero lo notable de su obra es que escapa a cualquiera de estas dos aproximaciones, y sus películas resaltan, ante todo, personajes con cualidades reconocibles: virtudes, defectos, deseos, miedos, formas de ser. En su quehacer cotidiano, ante las vicisitudes que la existencia les impone, vislumbramos sus vías para reinventarse, sus estrategias para afrontar el mundo, adaptarse y sobrevivir.

Garay debería ser considerado casi como un héroe nacional por la colectividad trans, ya que desde hace casi 30 años que viene documentando sus experiencias: desde aquella iniciática Yo, la más tremendo (1995) hasta grandes películas como El casamiento (2011) y El hombre nuevo (2015) –que simplemente ranquean entre los mejores títulos uruguayos de todos los tiempos–, el director se ha ocupado de visibilizar y generar conciencia. Con Carmín, Garay completa una suerte de tríptico trans.

No es de extrañar que Sofía Saunier, artista y activista transgénero, creadora del canal de YouTube Transur –en el que entrevista a diferentes personas de la comunidad trans, uruguaya e internacional–, conociera a Garay desde antes de que él la contactara, y que existiese una admiración mutua por su respectiva producción audiovisual. Aquí, el documentalista retrata la vida de Sofía, y muy particularmente su vínculo con Carmen, una anciana a la que cuida y con la que convive desde hace 15 años. En sus diálogos francos y desenvueltos reside un humor peculiar, producto del choque generacional y del abismo cultural entre una persona que piensa la heterosexualidad como «lo normal» y otra que profesa la diversidad a diario, en cuerpo y alma.

Como en El casamiento y El hombre nuevo, la conexión íntima y respetuosa del cineasta con sus protagonistas logra momentos de frescura y de ocurrente inmediatez. Pero, a su vez, hay un acompañamiento a Sofía en su labor como youtuber que, si bien interesa, ya que habilita el descubrimiento de otras realidades, impide una profundización en los personajes y su cotidianidad. El casamiento ahondaba en un vínculo que, desde el minimalismo, iba creciendo hasta convertirse en algo singular y entrañable. En El hombre nuevo, el diálogo y la confrontación al pasado histórico de la protagonista proveían al abordaje de una complejidad única. Carmín no parece remontar el vuelo cinematográfico de sus antecedentes; aun así, se trata de una película sólida, madura y diferente.

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