Jorge Larrañaga
Desde que George Gallup hizo la primera encuesta de opinión pública en 1936, los sondeos se ganaron un lugar fijo en los comandos de campaña, y ningún político moderno que se precia de “hablar de los problemas de la gente” se da el lujo de desecharlos. Algunos los miran con cautela y los utilizan sólo como una guía para su olfato político. Otros los toman sin rodeos como base para sus agendas de gobierno. Así ocurrió en el comando de Jorge Larrañaga, donde las encuestas mandaron a la hora de la presentación programática previa a las internas. Previsible, el senador sintonizó el dial en los hits de los rankings de opinión: seguridad y educación. Y lo hizo a costa de desandar el talante dialoguista que exhibió al principio de este período de gobierno. Ambos temas fueron desa...
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