Esa es, de hecho, una de las virtudes que cabe agradecer de la propuesta: la capacidad para abordar, con soltura y sin temor a superar las barreras de la especialización, fenómenos culturales como Harry Potter (es jugoso aquí el contrapunto con Harold Bloom sobre las virtudes del libro de J K Rowling) o Tintin, y desde allí reflexionar sobre la incidencia del éxito en la trascendencia de una obra, o repasar la vida y obra de Schopenhauer, Voltaire o Feyerabend para más tarde indagar en la ríspida articulación entre culturas en la Europa del siglo XXI, o referir la “astucia” del ya fallecido presidente François Mitterrand al asociar su nombre al de una sección de la Biblioteca Nacional de su país.
La educación es una de las grandes preocupaciones que transita el volumen. En uno de los texto...
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