“Blu”
Blu, el nombre de uno de los cuatro hermanos protagonistas de esta pieza, se asocia de inmediato al color azul. El primer impacto visual para el espectador es una repisa de varios estantes con grandes frascos de vidrio que contienen objetos que, dentro de un líquido azulado, adquieren cierta extrañeza. Como si algo aséptico y científico, tan racional como calmo, invadiera el espacio. Pronto comprendemos que esa gran pared de frascos instala una dinámica bipolar del delante y detrás de escena que ya ha sido explorada por el director y dramaturgo Fernando Nieto Palladino en Siete locos y Quiroga con la luz prendida, apropiándose y dándole sentido a la profundidad del escenario que es pocas veces trabajado de forma creativa. También en la conservación obsesiva de esos objetos sobrevuel...
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