Los diagnósticos de caos implican algún pasado ordenado que añorar. Su existencia parece un imperativo lógico que la historia, sin embargo, casi nunca termina de admitir.
¿Cuándo existió el apacible país que se nos fue? En todo caso nadie en sus cabales propondría situar la añorada arcadia en el primer medio siglo de vida independiente de este país, aquella tierra que la sangre continuamente derramada definió purpúrea, cuando José Pedro Varela escribía: “bien puede decirse, sin exageración, que la guerra es el estado natural de la República”.
Al menos nadie que no fuera periodista.
“Nunca la campaña ha sido tan inhabitable como ahora y nunca la criminalidad ha levantado con tal osadía la cabeza: el mal aumenta por momentos y ¡ay! de los habitantes de la campaña y ¡ay! del porvenir de la Re...
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