Una recorrida por el cementerio desde la mirada de quienes trabajan con la muerte. Y otro tour, con los ojos puestos ya no en las profundidades de la ciudad de los muertos sino en la superficie de sus recovecos.
La primera vez que Tito vio un muerto fue cuando intentaba enterrar un cajón y se rompió.1 Un muerto desconocido, si se quiere, porque conocidos había visto en velorios. El ataúd descendía lento por la fosa hasta que una de las cintas que lo sujetaba se partió, el cajón se estrelló contra la tierra y se quebró en pedazos. Los cuatro hombres que hacían el trabajo tuvieron que rescatar el cuerpo, taparlo para no dañar la sensibilidad de los transeúntes, guardarlo en un contenedor nuevo y enviarlo, otra vez, a las profundidades de la tierra.
Un mes atrás Tito había llegado al cementer...
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