Cuenta la leyenda que a mediados de la década de 1950 el desaparecido Banco Comercial e Industrial de San José (luego absorbido por el Banco de Crédito) poseía una enorme estancia con costas sobre el Río de la Plata, que estaba destinada a fraccionarse en pequeñas chacras, tarea que le fue encomendada al contador del banco Julio César Moreno, quien fuera designado como su administrador.
Un buen día el encargado del predio, quien recorría asiduamente la estancia con Moreno, invitó al administrador y a su esposa a conocer la costa, y lo que éste vio lo dejó asombrado. “Todos hablan de Acapulco pero no valoramos esto que tenemos, que es hermoso”, dicen que dijo Moreno al contemplar al sur el agua del Plata y al norte las barrancas que bordean la costa, uno de sus principales atractivos.
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